El martes 12 de junio de 2012, se celebró el acto de imposición de la Cruz Distinguida de 1ª Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort a Cipriano Arteche Gil, decano del Ilustre Colegio de Abogados de Ciudad Real.
El acto, togado, se celebró en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Ciudad Real con la asistencia, entre otras autoridades, de la presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal; el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón; el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, Vicente Rouco Rodríguez; la vocal territorial del Consejo General del Poder Judicial, Concepción Espejel Jorquera; el presidente del Consejo General de la Abogacía Española, Carlos Carnicer Díez, y el presidente del Consejo de la Abogacía de Castilla-La Mancha, José Luis Vallejo Fernández.
También asistieron el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Jesús Labrador, la alcaldesa de Ciudad Real, Rosa Romero Sánchez, y el presidente de la Diputación Provincial, Nemesio de Lara Guerrero, así como otros representantes de los ámbitos civil, militar y Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, familiares del decano, abogados, etc.
Además de la sala de vistas, dada la numerosa concurrencia de público, se habilitó la sala del jurado con una pantalla de televisión para poder seguir el acto desde la misma y también se instaló otra pantalla fuera de la sala.
En el acto intervinieron el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha; el presidente del Consejo de la Abogacía de Castilla-La Mancha, José Luis Vallejo, que se encargó de la laudatio; Cipriano Arteche, que pronunció un discurso; y, finalmente, cerraron el acto, el ministro de Justicia y la presidenta de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Tras el acto tuvo lugar un Vino de Honor en el Museo López Villaseñor.
Vídeos del acto
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Reproducimos a continuación en su literalidad el discurso pronunciado por Cipriano Arteche tras la imposición al mismo de la distinción:
“Constituye para mí una enorme satisfacción, el haber sido merecedor de la concesión de la Cruz Distinguida de 1ª Clase de San Raimundo de Peñafort; de una parte porque la solicitud haya nacido de la voluntad unánime de mis compañeros de la Junta de Gobierno de mi Colegio y de otra que haya merecido el refrendo de la Orden a la que desde hoy paso a pertenecer; culminándose en este acto formal de imposición en el que me veo muy gratamente honrado de recibirla de la presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha y de manos del presidente de la Orden, nuestro ministro de Justicia; a los que les reitero mi gratitud por su presencia hoy aquí.
Cuando releía los meritos que han de concurrir en un jurista para ser acreedor de tan importante distinción, me venía el recuerdo de insignes abogados que a lo largo de mis más de 30 años de ejercicio profesional he tenido el honor de conocer; muchos de ellos fueron y son miembros de la Orden y otros muchos, no por falta de méritos, no obtuvieron dicho reconocimiento. Ellos han sido mi guía para el ejercicio profesional y para desempeñar el papel de representante de la Abogacía en nuestra provincia como decano de mi Colegio. De ellos aprendí que la Abogacía es un servicio público y que la Justicia tiene tal importancia en la sociedad, que si la misma no existiera no sería posible el Estado de Derecho.
He intentado cumplir con la obligación moral y ética que todo letrado tiene, de hacer todo lo posible para estar al servicio de los demás; y en mi faceta publica como decano he huido de la intolerancia, para que las creencias no sustituyeran a las ideas; alejándome de actitudes sectarias, que, por otra parte, saben bien que la razón es el peor enemigo de los mitos.
He sido fiel defensor de la Ley como garante de derechos y libertades, la Ley que preserva la convivencia frente a los que la agraden, la Ley que prevalece para la tranquilidad de todos sobre la arbitrariedad, la imposición o la exclusión; esa Ley cuya primacía asegura el Estado de Derecho y que nos hace a todos ciudadanos frente a los que quieren imponer su peculiar derecho de admisión étnico o ideológico. Pero este trabajo que me marqué, no está terminado, quedan muchas cosas por hacer y hace falta el concurso de todos para culminarlo.
No quiero desaprovechar la ocasión, con la presencia de tan excelsos representantes del Gobierno de España y de nuestra región, para realizar unas reflexiones sobre la polémica abierta por el CGPJ y que tanta incertidumbre e inquietud está provocando tanto a la Abogacía como a la ciudadanía y es la propuesta de nuevas demarcaciones judiciales.
La necesaria reforma de la Justicia en nuestro país, no pasa solo por una nueva demarcación judicial; se debe abrir un debate en el que participemos todos los operadores jurídicos y los ciudadanos, en el que se defina cuál va a ser el devenir de toda la organización judicial, que se quiere, con qué medios se cuenta para impartir una Justicia de calidad y en la que se garantice la tutela judicial efectiva, lo que pasa necesariamente, por una administración de Justicia en los plazos marcados procesalmente.
Las bases que se nos han presentado hablan de manera genérica, de mejoras, racionalización, especialización, servicios de apoyo etc. Pero cuando surgen problemas de alejamiento de la justicia al justiciable, aplazamientos, retrasos, traslado de funcionarios, problemas de infraestructuras, no se analiza adecuadamente como solucionarlos y si existe dotación económica para ello.
No nos oponemos en modo alguno a la mejora y modernización de la justicia, es más, estamos deseando que esto ocurra, puesto que evidentemente un Estado de Derecho sin una organización judicial que lo respalde no puede recibir tal calificativo, pero tampoco podemos compartir actuaciones aisladas, que no contemplen el problema en su integridad, aunque la resolución del mismo se haga por etapas, pero sabiendo desde el principio cual es el resultado final que se pretende.
El Colegio de Abogados de Ciudad Real opta, al menos por lo que conocemos, por el mantenimiento de los partidos judiciales en su actual configuración hasta conocer exactamente qué se quiere hacer, cómo se quiere hacer y con qué medios se cuentan. Por último hay que considerar los condicionantes económicos, sociológicos y políticos que suponen la existencia de los partidos judiciales y su impacto en los municipios.
Galería de fotos del acto
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Algunos se preguntaran por qué una distinción concedida hace dos años, se formaliza hoy; ello no es fruto de la casualidad y obedece en cierta medida a la intuición, cualidad muy importante en el abogado.
Allá por el año 1978 cuando procedente del Real Colegio Universitario María Cristina de San Lorenzo del Escorial, regida por unos magníficos juristas y mejores docentes que eran y son los RP Agustinos (el Padre Honorato, el Padre Gabriel del Estall; el Padre Avelino; el Padre Segundo Folgado, el Padre Jose Mª Riocerezo) aterrizo junto con un buen numero de compañeros en el CEU San Pablo de Madrid; coincido en la misma clase con el ministro de Justicia don Alberto Ruiz Gallardon, al que no conocía, no así a la familia de su mujer, pues su cuñado José Antonio fue amigo de la infancia y sus suegros (Pepe y Margarita) lo fueron de mis padres.
Ya entonces nuestro ministro era un alumno destacado y ello hacía pensar que estaría destinado a ocupar puestos de responsabilidad en el Ejecutivo de nuestro País; donde le deseo toda clase de éxitos, pues ello redundará en la mejora de la Justicia de España y por ende en el beneficio de todos los ciudadanos.
El tiempo me ha dado la razón y no podría desaprovechar la oportunidad que la imposición de tan alta distinción lo fuera de manos del ministro de Justicia y de la presidenta de nuestra comunidad autónoma; a los que les pedí su presencia hoy aquí, y no dudaron un momento en acceder a mis deseos.
El celebrar este acto en Sede Judicial y precisamente en la misma sala en que juré mi cargo como abogado, allá por el año 1981, justo enfrente de lo que fuera convento de los Mercedarios, a cuya orden perteneció San Raimundo, bajo el padrinazgo de D. Luís Martínez Gutiérrez, que fuera decano del Colegio, alcalde de Ciudad Real y procurador en Cortes y fundador y presidente de la Caja Rural de Ciudad Real (hoy Globalcaja, a cuyo Consejo Rector me honro en pertenecer, hoy presidido por Don Luis Díaz Zarco, que nos acompaña junto con los miembros de la Comisión Ejecutiva) colma enormemente mis aspiraciones.
Me veo igualmente honrado con mi pertenencia a la Junta de Gobierno de nuestra Mutualidad de la Abogacía; cuyos miembros de la Comisión Ejecutiva, con su presidente a la cabeza don Luis de Angulo Rodriguez, han tenido la consideración de acompañarnos en este acto; así como el presidente, la secretaria y el tesorero del CGAE. Y manifiesto mi satisfacción de la pertenencia a la Mutualidad y al CGAE, por qué desde dichas instituciones, se realiza un trabajo en pro de la Abogacía y de los abogados, verdaderamente encomiable.
En la Mutualidad, he vivido muy de cerca el tránsito del sistema de reparto al de capitalización; realizado en la Asamblea de la Mutualidad de la Abogacía de noviembre de 2005, lo que ha permitido desde entonces que muchos mutualistas hayan mejorado sus planes de previsión, por decisión propia, ya que desde entonces lo que cada uno aporta no va a un fondo común, sino que se atribuye individualmente en la cuenta de posición de cada uno; eso si las inversiones se hacen conjuntamente, para aprovechar las mejores oportunidades que en esta materia da el poder gestionar grandes volúmenes. Dicho cambio va a suponer de una manera firme el dignificar las prestaciones de jubilación e incapacidad de nuestros compañeros.
En el CGAE he participado en la Comisión de Laboralidad y en la reivindicación hasta su consecución de la Ley de Acceso de la Abogacía y la Procuraduría, perfectamente capitaneados por nuestro presidente don Carlos Carnicer.
Tanto desde el CGAE como desde la Mutualidad, se ha venido demandando de los poderes públicos, la universalización de la asistencia sanitaria, para superar la discriminación histórica que han sufrido los profesionales afiliados a sus mutualidades. Por fin la Ley 33/2011 de 4 de octubre, General de Salud Pública, marcó que en el plazo de seis meses a contar desde el 1 de enero de 2012, el Gobierno ha de dictar los términos y condiciones de la extensión del derecho a la asistencia sanitaria pública, para quienes ejerzan por cuenta propia afiliados a una mutualidad de previsión social como alternativa al régimen de autónomos de la Seguridad Social. Esperemos que esta justa reivindicación quede resuelta definitivamente y todos los profesionales puedan igualarse con el resto de ciudadanos que ya disfrutan de este derecho de todos. El reconocimiento del derecho a tener asistencia sanitaria pública, que se les niega todavía en muchas comunidades autónomas a los profesionales que eligen libremente afiliarse a su mutualidad como alternativa al régimen de la Seguridad Social de autónomos es uno de esos proyectos.
El Real Decreto Ley 16/2012, de 20 de abril, que no recoge de forma explícita –aunque tampoco los excluye- la consideración de asegurados de los profesionales que están afiliados a mutualidades de previsión social, equivalentes, por ser alternativas, a la Seguridad Social, no colma pues las aspiraciones de los profesionales ni de sus mutualidades; desde esta tribuna reivindico su inclusión; ya que mantener a ese resto de profesionales fuera de la asistencia sanitaria pública –los que solo practican la profesión de forma liberal y se afilian al sistema alternativo a la seguridad social previsto legalmente- sería a todas luces una injusticia.
Quisiera compartir esta distinción con todo el colectivo de abogados de Ciudad Real y muy especialmente con los que dedican gran parte de su tiempo a la defensa y asistencia de los más desfavorecidos (los abogados del Turno de Oficio), el Colegio que presido continuará defendiendo el modelo de Turno de Oficio actualmente existente, basado en la gestión de los Colegios de Abogados y reivindicará, como hasta ahora, la mejora de la normativa existente en materia de justicia gratuita, en especial por lo que se refiere al incremento de las indemnizaciones que perciben los letrados del Turno de Oficio que, a día de hoy, no solo están desfasadas sino que son absolutamente ridículas.
En este orden de cosas, he tenido ocasión recientemente de realizar un estudio comparativo del exponencial aumento de asistencias y defensas realizadas por mis compañeros en dicho turno, y creo obligado resaltar de una parte, que en los últimos seis años, el número de asuntos turnados y de asistencias realizadas han aumentado un 45% de media en todas las jurisdicciones y paradójicamente, el número de quejas recibidas por los ciudadanos usuarios de dicho servicio han disminuido un 55%. Este último dato, no es fruto de la casualidad, sino que obedece al relevante papel que las Escuelas de Práctica Jurídica de los Colegios realizan en la formación continua, cada vez más especializada de los abogados, atendiendo al mandato legal de formación previa para pertenecer al turno de oficio y asistencia al detenido.
Como presidente de la Unión Interprofesional de Ciudad Real; quisiera reivindicar la colegiación obligatoria; pues sin ella, no habría control deontológico y por tanto los consumidores y usuarios verían mermadas la protección de sus derechos. La futura Ley de Servicios Profesionales, no debería suprimir dicha obligación; pues sería contradictorio con las expresas manifestaciones de la Directiva Europea de Servicios en las que se insiste en los valores de las profesiones, o también con la insistencia del Parlamento Europeo en cuanto a la importancia de los códigos de conducta. Desde luego no se ve en que va a beneficiar a la competencia y a los consumidores y usuarios la eliminación de la colegiación obligatoria.
Ha llegado ya, el momento para el recuerdo y los agradecimientos a familiares y amigos, mi primer recuerdo ha de ser para mis padres, que desgraciadamente, ya no pueden estar entre nosotros, y la verdad es que tengo el convencimiento que desde el cielo, siguen tutelándome y apoyándome como lo hicieren durante toda su vida; a ellos les debo una gran parte de mi vida profesional, supieron inculcarme que para los hijos no hay mejor herencia que una buena educación y de mi padre recibí la herencia impagable de su profesionalidad, su buen nombre y el gran recuerdo que del mismo se guarda en la sociedad civil de Ciudad Real (cuántos pacientes de su consulta, de todo género y condición, han visitado mi despacho en estos años, siempre con un cariñoso recuerdo hacia él) cuanto me ha ayudado su buena fama, su buen nombre, su cariño desinteresado.
Mi agradecimiento, ha de dirigirse en primer lugar para mi mujer Aurelia que lleva estimulándome sin tregua desde hace más de treinta años, para que cada día mi desarrollo profesional y personal sea más rico y fructífero, soportando estoicamente mis ausencias y mis compromisos personales e institucionales, donde realiza una labor imprescindible.
A mi única hija Lucia, que es lo mejor que tenemos, qué fortuna poder decirle lo orgullosos que nos sentimos de ella, ha sabido romper con el presumible camino fácil de trabajar en mi despacho, tras culminar su Licenciatura, para desarrollar su verdadera vocación por el diseño y la moda y tengo el convencimiento que su perseverancia la encumbrará al triunfo.
Mi agradecimiento especial para mis suegros Carlos y Lauren, y para mis cuñados y sobrinos, me habéis acogido como un hijo y como un hermano; y ese comportamiento para un hijo único tiene una especial relevancia.
Mi agradecimiento, para mis compañeros de despacho: Pepe, Ricardo, María, Carlos, Marta, Eduardo, para mis secretarias Gracia y Ana, y para aquellos que hoy no están, pero que ocupan cargos de responsabilidad en otras instituciones o despachos profesionales: Núria, Armando, Ángel; gracias por vuestra lealtad, vuestra comprensión y vuestra tremenda consideración; sin vuestro trabajo y dedicación no hubiera sido posible llegar hasta aquí.
Quisiera tener un agradecimiento especial para el compañero Luís Parra Gómez, que me brindó la oportunidad sin apenas conocerme para que me iniciara en esta bella profesión y para el compañero José Luis Vallejo, por su generosidad a la hora de realizar la “laudatio”.
Por último mi agradecimiento a mis múltiples amigos que hoy se encuentran en este acto y para aquellos que sus obligaciones les han impedido estar, sois uno de los más preciados tesoros que tengo, a nuestra relación no le hace mella la crisis.
Y en definitiva a todos los presentes y a los ausentes que por una u otra razón les hubiera gustado estar aquí muchas gracias de corazón.”