A mediados de abril, la primera marcha de primavera nos llevó hasta el embalse del río Montoro, de aguas habitualmente azules y transparentes, pero que ese día habían tomado el color grisáceo de un cielo oscuro que presagiaba tormenta. Nos hicimos fotos en la nueva presa cuya recrecida, que se llevó a cabo en el año 2008, resultó ser una faraónica obra de ingeniería destinada a garantizar el abastecimiento y la buena calidad del agua en Puertollano y poblaciones limítrofes. Su presupuesto ascendió a más de 42 millones de euros. También nos asomamos a sus más de 60 vertiginosos metros de altura, vacíos en su mayor parte, ya que este año ha sido más bien seco.
A mediados de abril, la primera marcha de primavera nos llevó hasta el embalse del río Montoro, de aguas habitualmente azules y transparentes, pero que ese día habían tomado el color grisáceo de un cielo oscuro que presagiaba tormenta. Nos hicimos fotos en la nueva presa cuya recrecida, que se llevó a cabo en el año 2008, resultó ser una faraónica obra de ingeniería destinada a garantizar el abastecimiento y la buena calidad del agua en Puertollano y poblaciones limítrofes. Su presupuesto ascendió a más de 42 millones de euros. También nos asomamos a sus más de 60 vertiginosos metros de altura, vacíos en su mayor parte, ya que este año ha sido más bien seco.
En cuanto comenzamos el camino, un grupo de enormes rapaces se acercó hasta nosotros sobrevolando en círculos por encima de nuestras cabezas. Nos sorprendió que fueran tan numerosas – al menos había seis o siete-, así como verlas volar mucho más bajo y más cerca que de costumbre, de modo que pudimos distinguir sus picos, sus plumajes y su recia envergadura. Tal vez las atrajo un pequeño perrito que nos acompañaba como mascota. Actualmente la principal causa de muerte de estas aves es la desnutrición, por encima de las electrocuciones y del envenenamiento, por eso los buitres están dejando de ser carroñeros y han comenzado a atacar al ganado vivo, ya que por imperativo legal, no disponen de restos procedentes de animales muertos desde la crisis de las vacas locas. Las aves altaneras estaban en peligro de extinción, pero se declararon especies protegidas al mismo tiempo que se producía la supresión de sus fuentes de alimentos naturales, por lo que se han convertido en una plaga hambrienta. Precisamente este mes de abril, se ha publicado un plan de gestión que ha venido a suplir las lagunas del Decreto 120/2012, de 26 de julio sobre alimentación de aves necrófagas y restante legislación en la materia. Dicho plan de gestión sirve de base para ampliar los muladares y las zonas de protección, que afectan también a los alimoches, quebrantahuesos y milanos negros, entre otras.
Hacía falta una regulación que armonizase un poco las relaciones entre las rapaces y el sector ganadero, muy alarmado por las numerosas pérdidas que vienen sufriendo, pues dicen que ni golpeando a los buitres con palos bien recios, logran alejarlos. Por el contrario, cuando consiguen cercar a un animal, mientras algunos hacen frente al granjero, otros lo retienen, como el infierno a sus muertos, y consumidos por un hambre asesina, lo devoran sin remedio, a picotazos.
Pero aquella mañana, silenciosos, desengañados y melancólicos, los buitres se esfumaron en el cielo, como el trazo de un lapicero bajo la goma de borrar, y no volvimos a verlos en todo el trayecto, pese a que éste fue largo y variopinto. Siguiendo el trazado de las enormes tuberías que canalizan el agua hasta Puertollano, atravesamos valles de un verde esplendoroso, remontamos cárdenas crestas de sierras azuladas y nos sentamos a descansar en idílicos parajes de ensueño. En estas tierras es numerosa la cabaña ganadera, y las reses pacen sueltas por los campos, por donde también discurren el Tablillas, el Montoro y el Fresnedas, que unen sus cauces a través del Jándula, en la inmensa cuenca del Guadalquivir.
Desayunamos en la ribera de un tumultuoso arroyo, y justo al finalizar la marcha, sobre las dos de la tarde, el cielo que se había ido tornando negro por momentos, comenzó a descargar trombas y trombas de agua, que a buen seguro fueron muy bien recibidas por las plantas y los animales de la zona. Sin duda aquellas grandes lluvias, incrementaron notablemente los menguados niveles de nuestro hermoso pantano azul.
La persistencia del mal tiempo y lo mucho que se prolongó la comida, hicieron imposible realizar la visita al museo de la minería de Puertollano, que quedó aplazada hasta nueva y mejor ocasión.
Nos gustó mucho la marcha y nos impresionaron los buitres. ¡Ojalá que la nueva regulación sobre la alimentación de las rapaces, solucione los problemas que padecen y ocasionan estas aves, condenadas a escoger entre el hambre asesina o melancólica!