Jóvenes, aunque sobradamente preparados. Y en el mejor de los sentidos. Los alumnos de la Escuela de Práctica Jurídica del Colegio de Abogados de Ciudad Real reciben una intensa preparación para el ejercicio de la abogacía, con un plan muy exigente.
Pablo Alonso acaba de terminar el primer curso de la Escuela. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Castilla La Mancha, Máster en Economía y Derecho del Consumo y Máster en Riesgos Laborales. Está haciendo las prácticas en un despacho, ya va haciendo su cartera de clientes, juega al fútbol, es novio de una ingeniera de Caminos, le interesa la política y sus primeras tarjetas de visita ya están repartidas: ya ha encargado más. Tiene poco más de veinte años, y el alma sin medias suelas.
Háblanos de para qué sirve la Escuela de Práctica Jurídica.
Se trata de una formación complementaria a la que hemos recibido en la carrera y, de manera más o menos acertada, consigue una buena conjugación de los conocimientos de la Facultad con la práctica del ejercicio profesional del abogado.
Me has dado un susto: por un momento he pensado que, al decir “de manera más o menos acertada” ibas a crearme un problema con los directivos de la Escuela e ibas a aprovechar la entrevista para reivindicar algo, como todo alumno de Derecho que se precie. Si quieres, aprovecha y critica algo.
No, hombre... He dicho “más o menos acertada” porque cada profesor tiene su modo de ver las cosas, su método, su planteamiento,... y a veces nos hacemos un lío, pero no es por los profesores sino por nuestra inexperiencia..
Lo cierto es que se agradece mucho que profesionales con prestigio dediquen horas a la Escuela. Yo creo que el Derecho se enseña mejor desde la vida misma que desde un laboratorio lleno de libros, y nuestros profesores son todos profesionales consagrados: lo ideal para una Escuela de Práctica.
Un balance de tu primer curso en la Escuela.
Al empezar te das cuenta de que es una nueva etapa en tu vida. Algunos compañeros son nuevos, otros son ya conocidos de la Facultad que han tomado la misma decisión que tú... y todos ilusionados con ese acercamiento a un mundo como el de la abogacía, que nos resulta tan atractivo.
¿Pero qué se hace en la Escuela el primer año?
A lo largo del curso, la Escuela te proporciona oportunidades muy buenas, como son, por un lado, los cursos específicos (concursal, penitenciario, etc.) y, por otro, el acercamiento a los diferentes despachos profesionales y a los juzgados: ahí aprendes viendo cómo trabajan los futuros compañeros.
¿Y los alumnos estáis contentos con lo que se os da?
La Escuela te da una maduración de los conocimientos que te permite afrontar con cierta confianza el reto de empezar a ejercer la abogacía. Todos tenemos que lidiar con la inexperiencia, pero con la Escuela uno afronta las cosas con más seguridad.
La Escuela te da una maduración de los conocimientos que te permite afrontar con cierta confianza el reto de empezar a ejercer la abogacía. Todos tenemos que lidiar con la inexperiencia, pero con la Escuela uno afronta las cosas con más seguridad.
Y aprendes a ver las cosas con ojos de abogado...
Sí. Es el momento en que dejas de ser estudiante para pasar al mundo profesional. Igual que hay que aprender a estudiar, yo creo que hay que aprender a ser abogado: y la Escuela está para eso. Es un apoyo muy positivo para la formación, que además me ha ofrecido distintas posibilidades que de otro modo no hubiera tenido: he conocido abogados, jueces, funcionarios, oficinas... y he hecho algunas relaciones profesionales.
¿Y ya te has comprado la toga?
No. De momento usaré las del Colegio o alguna que me preste algún compañero...
Pues que tengas mucha suerte, Pablo.
(En off: Decano, regálale una toga a este muchacho, hombre...)